Juan Carmona | Presidente De La Asociación Extremeña de la Empresa Familiar
Hay trayectorias que trascienden el tiempo y se convierten en parte de la historia de un pueblo o de una organización. No se miden solo en años, sino en el impacto que dejan, en los proyectos que construyen y en las personas que inspiran. Y la de Manuel López Pecero es una de ellas: una vida dedicada al trabajo, a la empresa y al progreso de Extremadura.
Desde la Asociación Extremeña de la Empresa Familiar despedíamos hace unos días a un amigo, a un compañero y un pilar fundamental del tejido empresarial extremeño. Porque su trayectoria y su legado serán ejemplo de cómo la empresa familiar puede ser motor de desarrollo y pilar fundamental para la cohesión social. El apego a la tierra y los valores familiares siempre nos han identificado, y en ti, querido Manuel, no podía ser menos.
Manuel fue mucho más que un empresario de éxito, fue un ejemplo de superación y una persona comprometida. Nacido en Fuente del Maestre, su historia es la de un autodidacta que, con apenas 14 años, comenzó como aprendiz de carpintero. Esa humildad y ese esfuerzo marcaron toda su trayectoria. En 1981, con la fundación de Cristales y Persianas López, dio el primer paso de lo que se convertiría en un grupo industrial de referencia a nivel nacional e internacional, con empresas como Alumasa, Persianas López y Expalum.
“En el Grupo López Bolaños los lazos con los empleados eran y son tan importantes como los resultados económicos”
Su visión de negocio era clara y siempre estuvo basada en su capacidad de trabajo incansable, su visión de futuro y su compromiso con Extremadura. Pero, por encima de todo, Manuel valoraba a las personas. El Grupo López Bolaños es el reflejo de un espíritu familiar, donde los lazos con los empleados eran y son tan importantes como los resultados económicos. Con cerca de 300 trabajadores, supo crear ese ambiente tan necesario de respeto y lealtad que hoy ya se ha convertido en su mayor legado.
Bajo su liderazgo, la empresa creció, se consolidó y se convirtió en un referente, generando empleo estable y contribuyendo al desarrollo económico de su localidad y de toda la comarca. Ahora le toca a su esposa, María Isabel Bolaños, quién ha formado parte del proyecto empresarial desde sus inicios y a sus hijos, Inmaculada y Manuel López Bolaños recoger el testigo con esa misma vocación y entrega. Y lo harán a la perfección, y ahí estará la Asociación Extremeña de la Empresa Familiar para acompañarlos en este camino.
Su compromiso, del que tanto hablamos estos días quienes tuvimos la suerte de conocerlo y compartir con él muchas reflexiones y debates, iba más allá de su propia empresa. Participó activamente en la vida asociativa y defendió, siempre, la importancia de las empresas familiares como base del tejido productivo extremeño. Siempre supo de la importancia de la unión, de nuestra asociación en la defensa de los intereses de la empresa familiar y en hacer, entre todos, de manera coordinada, la hoja de ruta hacia ese desarrollo e industrialización tan necesaria para la región.
Manuel fue un defensor de la empresa familiar extremeña y creyó siempre en el potencial de nuestra tierra y de su gente. Su aportación al desarrollo industrial de la región es innegable. Nos deja el recuerdo de su generosidad, su espíritu luchador y su compromiso. Su legado perdurará en su familia e hijos, en cada una de las empresas que fundó, en cada innovación que impulsó y, sobre todo, en la memoria de quienes tuvimos el privilegio de conocerle, de trabajar a su lado y de disfrutar de su buen hacer.
Despedimos a un hombre de palabra, cercano y generoso, como decíamos, con su tiempo y su conocimiento. Que no dudaba en tender la mano a quienes emprendían, ofreciendo su apoyo y consejos. Que creía firmemente en que el éxito debía compartirse y que el verdadero valor de un empresario radicaba en contribuir al bienestar común. Quienes trabajaron con él recuerdan su capacidad para escuchar, su claridad a la hora de tomar decisiones y su empeño en mantener siempre la esencia familiar de la empresa. Ese equilibrio entre la ambición por crecer y la fidelidad a sus raíces es, quizá, la mayor lección que nos deja. Una lección que seguirá guiando a todos los que, como él, creemos en Extremadura y en la fuerza de su gente.
Dicen que ‘recordar no es mirar atrás, es mantener viva la huella que dejó en nosotros’. Así, en cada proyecto que continúe, en cada idea que se impulse y en cada esfuerzo por mejorar nuestra tierra, estará presente el espíritu de Manuel López Pecero. No se trata solo de honrar su memoria, sino de prolongar su ejemplo, de seguir construyendo sobre los cimientos que él levantó con tanto esfuerzo y pasión. Recordarlo es, en definitiva, seguir avanzando con la misma determinación que él nos enseñó.
Descansa en paz, Manuel.
Te echaremos de menos y, entre todas y todos, mantendremos viva tu memoria.
Fecha: 16 de agosto de 2025
Medio de comunicación: Diario Hoy